MAURO LARGHI: Un veterinario inquieto por el mundo

MAURO LARGHI

MAURO LARGHI:
SU EXPERIENCIA EN EUROPA

Seguir aprendiendo y adaptarse a distintas situaciones son aspectos claves para desempeñarse laboralmente en la profesión veterinaria en diversas partes del mundo. Mauro Larghi, egresado de la FCV, nos cuenta su experiencia.

La profesión veterinaria abarca diversas posibilidades laborales no sólo en relación al tipo de actividad a realizar sino también en cuanto al ámbito geográfico en el cual se desarrolla el trabajo. Esta gama de situaciones requiere de la necesaria capacidad de adaptación, flexibilidad y apertura para aprender, comprender y convivir con otras maneras de producir, otras culturas y otras actitudes.

El M.V. Mauro Larghi actualmente vive con su esposa Kathy y su hija Sara en el nordeste de Escocia, precisamente en el distrito de donde es originaria una de las principales razas bovinas de producción de carne. Pero antes recorrió un amplio trayecto que significó no sólo tener que desarrollar distintas actividades laborales sino también cambios geográficos y culturales. Sin embargo, reconoce como punto de partida el haber nacido en una familia muy ligada a la profesión veterinaria y su formación en la Facultad de Ciencias Veterinarias de Tandil (FCV).

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“Nací en Tandil, hace 45 años. Fui a la Escuela Normal y después a la Escuela Granja”, nos cuenta. Explica que su afinidad por el contacto con los animales era algo que ya estaba en sus genes debido a la profesión de su padre y al hecho de siempre haber estado cercano al trabajo rural. Su padre, Jorge, reconocido profesional, ahora jubilado, fue docente de la Facultad (en las materias Obstetricia e Inseminación Artificial y Fisiopatología de la Reproducción) y de la Escuela Granja. “Era común que un fin de semana, por ejemplo, mi viejo me llevara a jugar al rugby, pero antes tener que pasar por un campo para revisar una vaca o hacer sincronización o inseminación artificial.  Mamá, que era maestra, se quejaba porque entre el rugby y la veterinaria llevábamos mucha ropa sucia a casa”, rememora Mauro. Pasar por la Escuela Granja (la Escuela Agrotécnica de Tandil) le dio un primer sentido de pertenencia institucional y la posibilidad de desarrollar el contacto con la naturaleza y los animales. Al finalizar, en 1998, en algún momento se le pasó por la cabeza la posibilidad de estudiar geología o medicina, pero finalmente la veterinaria se impuso. Además, no se veía encerrado en un lugar, quería que su trabajo transcurriera al aire libre.

“Ya en la FCV elegí la orientación producción animal y dentro de ella la producción equina. Mi mayor afinidad siempre ha sido con los grandes animales, por más que en casa tengo dos perros, que también me encantan”, dice.   “En general me fue bastante bien en la carrera, aunque al principio sobre todo no dejaba de ser << el hijo de >> lo cual tenía cosas buenas y otras no tanto. Pero rápidamente adquirí la rutina del estudio. Siempre valoré mucho la educación pública, y en cuanto pude empecé a aportar mi granito de arena actuando como consejero académico o superior por el claustro de alumnos. Es que cuando sos estudiante, en general, tu prioridad es pasar el parcial o el final que viene, pero también está bueno tomarse un tiempito y retribuir un poco todo lo que el sistema educativo te está brindando. Al menos esa era mi idea, y por eso siempre estuve dispuesto a participar institucionalmente. Y eso también fue una muy buena experiencia.  Estar lo más activo posible en el tiempo y lugar que me toca vivir. Claro que eso me quitaba tiempo al estudio o al deporte, o a otras actividades, pero valió la pena. Lo lindo de nuestra Facultad es que formamos una verdadera comunidad: todos nos conocemos, incluso a los que están unos años antes o después que vos, o con estudiantes de otras facultades. Eso es muy bueno”.

Jugó al rugby en los clubes UNCAS y Caribú, y siempre participó de las olimpíadas interfacultades. Desde la perspectiva del presente evalúa la calidad de su formación universitaria: “puede ser que en su momento alguna materia me haya podido parecer exigente, y tal vez renegué porque el estudio me quitaba tiempo para otras cosas, pero ahora, veo que el plan de estudios de la FCV es muy adecuado”.   Realizó su residencia en un haras cercano a la estación Crotto, y presentó su tesina sobre el tema de la festucosis, bajo la dirección de la Dra. Ofelia Tapia. Cursó también algunas materias de producción de carne de modo extracurricular.

Cuando se le pregunta si podría mencionar a los profesores que más recuerda, duda en responder: “Creo que puede ser injusto nombrar sólo a algunos, ya que todos, a su manera, me transmitieron algo. Pero corriendo el riesgo de olvidarme de más de uno puedo mencionar a Guly Castro, Jorge Cabodevila, Santiago Callejas, Sergio Sánchez, Carlos Lanusse, Aldo Sansinaea, Paquito Domenech, una eminencia, que nos decía “tranquilo muchachos, hay más tiempo que vida”, eso trasciende cualquier ciencia, el Toto Ghezzi y muchos más.  Me acuerdo que a las clases del Toto llegábamos sin tener mucha idea y él nos hablaba por ejemplo del “foramen del temporal”, algo que en ese momento nos parecía chino básico. Creo que cada profesor te deja su impronta. Te podrá gustar más o menos la materia, pero cada uno te deja algo, te transmite una experiencia de vida, más allá del conocimiento disciplinar.

LOS COMIENZOS

Una vez recibido de Veterinario, en 2005, estuvo unos tres años dedicado a la reproducción equina, atendiendo caballos de polo y deportivos, tanto en la cría como en entrenamiento, en la localidad de Trenque Lauquen. “El trabajo en el haras fue muy lindo, pero también bastante duro, ya que muchas cosas se hacen de noche. A mí me gustaba porque soy bastante noctámbulo, de hecho, en general estudiaba de noche, y creo que la tiene algo muy bueno en el sentido de que las frecuencias están más bajas, hay más silencio, más tranquilidad. Uno con el animal se conecta mucho más de noche que de día. Ahí el animal está más tranquilo, generalmente estaba encerrado, todos sus sistemas están más relajados y uno también.  Lo duro era que por ahí tenías los partos de las yeguas a la noche, pero a la mañana tenías que atender cinco potrillos nacidos, así que tenés que llegar temprano, no a las diez de la mañana”, expresa. Las actividades en el haras eran por temporada, así que en la otra parte del año Mauro ayudaba en el trabajo de su padre o “buscaba alguna changa”. Se desempeñó también en la estancia Las Lechuzas, de Born, realizando sanidad en cría vacuna, en plena cuenca del Salado, atendiendo nada menos que 12.000 vacas, y luego trabajó en otro haras. “Toda mi vida fui muy curioso, por qué no decirlo: un “culo inquieto”, dice Mauro con sinceridad. “Desde chico quería conocer, ver distintas cosas, vivir diferentes experiencias. Y estos trabajos que estaba haciendo si bien estaban muy bien en ese momento, me demandaban mucho tiempo, dejándome poco para hacer deportes, estar con la familia o amigos. Me decía a mí mismo que estaba bueno lo que hacía, pero no iba a poder ser así toda la vida. Así que en 2008 nació la idea y salió la oportunidad de irme con unos amigos a España: metí un poco de ropa en una mochila y me fui a Madrid. Al principio trabajamos de socorristas como dicen en España, que es como un piletero o guardavidas en las piletas de acá. Fuimos por tres meses con ese trabajo, que más que nada era una excusa para justificar el viaje. Algunos amigos me decían que estaba loco, cómo iba a dejar mi trabajo de veterinario acá, pero me atrajo, una vez más, la aventura, las ganas de conocer otras realidades y claro, la posibilidad de viajar por Europa”.

Mauro Larghi

    UNA ANÉCDOTA

  ¿Por qué no charlamos un ratito?

Cuenta Mauro que se encontraba en España en plena campaña de vacunación nacional a vacas y ovejas contra “lengua azul”. Había mucho trabajo por realizar y lógicamente deseaban efectuarlo lo antes posible. “Había que cubrir a todo el ganado nacional y ganarle al virus. Entonces llegamos a un lugar en donde el productor tenía doce vacas pardo suizo, cada una tenía su propio lugar en el establo, desde donde después se echaban a pastar a un prado en el medio de la cordillera cantábrica. Yo las quería vacunar lo más rápido posible y el productor me empieza a decir el nombre de cada una, como una presentación. Les dábamos dos vacunas porque el virus tenía varias cepas y no se podían mezclar. El productor no quería un trabajo rápido, impersonal, quería ir tranquilizando a los animales uno por uno, antes del pinchazo. Mi velocidad de trabajo, algo apreciado acá en Argentina, resulta que a aquel productor lo ofendió un poco.  Aprendí la importancia de adaptarse a la idiosincracia de cada cultura y a la expectativa de cada persona, para poder hacer las cosas bien.”, explica.


- ¿Cómo fue ese primer contacto con España?

- Hicimos una temporada, habíamos efectuado el curso de guardavidas. Después yo me quedé, pero algunos de mis amigos ahí ya se volvieron.  Trabajé en otras cosas: en una tienda de ropa, de camarero, etc. Estaba bastante solo y vivía al día, pero tampoco tenía muchas responsabilidades, juntábamos unos mangos y viajábamos. Así estuve como un año más. Me ayudó el hecho de que por parte de mi madre tengo la nacionalidad italiana y además había empezado a hacer el trámite para la homologación de mi título, algo que justamente fue favorecido por existir un convenio entre la FCV con la Universidad Complutense de Madrid, el que casualmente se había firmado cuando yo era consejero académico. Tal vez esa fue una semilla para mi decisión posterior, ahora lo pienso…

- ¿Qué requisitos se piden para la homologación del título en Europa?

-  Hay que rendir examen y efectuar algunos cursos, pero en ese momento los planes de estudio entre las dos facultades eran similares, por eso se había firmado ese convenio. Creo que en la actualidad esta situación ha cambiado.

- ¿Cómo fue la experiencia de comenzar a trabajar como veterinario en España?

-En Europa es más fácil conseguir trabajo ligado a la atención de pequeños animales que de grandes.  Así que al principio hice algo de atención a pequeños. Pero entonces conseguí un trabajo para hacer saneamiento ganadero en el norte de España, en la comunidad de Castilla y León. Me fui a vivir a la provincia de Burgos, contra la cordillera Cantábrica. Hacia el este está el País Vasco y hacia el oeste está Cantabria, todos lugares muy pintorescos. Así que, aunque nuevamente algunos amigos me decían que estaba loco, no lo dudé y me fui para allá. Ahí estuve casi dos años. Hacía saneamiento ganadero para una empresa privada que le daba servicios a la Junta de Castilla y León, como si el SENASA de acá tercerizara ciertos aspectos de su trabajo. Lo que hacíamos era diagnóstico y plan de control: sangrado para brucelosis y en algunos lugares se vacunaba, pruebas de tuberculosis y análisis.

 

- ¿Es similar la actividad ganadera en España en relación a la que se desarrolla en la Argentina?

- En muchas cosas España es similar a la Argentina, aunque hay una diferencia muy grande: la escala. Está el ganadero con doce vacas que las conoce una por una (ver “Una anécdota”) y asimismo existen rodeos de cien o un poco más de vacas, y también está el ganado de lidia que tiene un manejo bastante extensivo. Son animales que están a campo. Una cosa interesante es que existen tierras comunales en donde hay ganado de productores privados en donde cada uno conserva la propiedad de su animal. Esto genera cierta rivalidad en el pueblo ya que compiten por quien es el dueño de las mejores vacas. Además, hay que recordar que allá la ganadería está subvencionada y el Estado cubre el costo de los programas nacionales, sobre todo contra brucelosis, tuberculosis y algunas vacunaciones. Otras veces la Comunidad contrata a equipos veterinarios que realizan por ejemplo el análisis de los toros, vacunaciones que no entran en el plan nacional, etc. Hay bastante asociatividad, tanto entre los productores como entre los veterinarios, configurando grupos de trabajo.


UN CAMBIO DE VIDA

Al trasladarse a Burgos, Mauro había dejado a sus amigos en Madrid, así que era frecuente tomarse el colectivo, viajar casi tres horas y visitar Madrid.  Estos viajes periódicos, por una razón que se hizo gradualmente más importante, se hicieron cada vez más frecuentes: “Cuando vivía en Madrid, yo había compartido el piso con dos argentinas. Un día llegué de visita y veo que ellas tenían una nueva compañera de piso. Así fue como conocí a Kathy”, dice sonriendo, y lo mismo hace Kathy que está a su lado mientras realizamos esta entrevista. Kathy es escocesa, de Glasgow, maestra y nutricionista, aunque antes de conocerse con Mauro, había vivido dos años en Barcelona, por lo que sabía hablar más en catalán que en español, así que la comunicación con quien empezó a salir a partir de entonces, era más que nada en inglés.

Luego de su experiencia en Burgos, Mauro y Kathy, ya juntos, se mudaron a Salamanca, “una ciudad universitaria, como Tandil. Y así como ocurre acá, la universidad le da una gran vida a la ciudad. Ahí hay mucha vaca de lidia, ya que esa zona, junto con Andalucía, es donde más se crían los toros bravos”, expresa.

En Salamanca, Kathy y Mauro estuvieron alrededor de dos años. Mauro trabajaba en la cría de toros de lidia, que tienen un manejo similar al de una cabaña, aunque en una situación más bien extensiva, en rodeos de entre 100 a 1000 animales. “En realidad el toro en sí no es agresivo, cuando ataca más bien lo hace por miedo, como instinto de defensa. Por eso cuando puede tiende a escaparse, quiere saltar hacia la tribuna”, explica Mauro. En relación a las corridas reconoce lo controvertido del tema, si bien como espectáculo es algo “digno de ver”, y que la actividad, se sabe, tiene un fuerte arraigo histórico y cultural.

Un interesante desafío profesional fue lo ocurrido ante el avance de la enfermedad de la lengua azul, que, según explica Mauro, presenta una sintomatología similar a la aftosa, y que determinó la vacunación de ovejas y vacas durante seis meses.


NUEVOS CAMBIOS

Llegó el año 2010 y entonces se produce una importante recesión en la economía española. “Si bien Kathy y yo teníamos trabajo, algunos amigos empezaron a volverse. Pero como inquieto que soy, yo ya estaba homologando el título en el Reino Unido y en el resto de Europa. Y entonces me salió un trabajo con caballos en Irlanda, en un haras, en el condado de Limerick. Ahí trabajé una temporada en donde hice bastante inseminación, algo que, en Argentina, al trabajar con pura sangre, prácticamente no había efectuado. Después conseguí trabajo en una veterinaria, en la localidad de Cork, siempre en Irlanda, que también trabajaba con caballos, pero sobre todo con vacas lecheras, haciendo rutinas de fertilidad, identificación de las que no estaban ciclando, sincronización, atención de partos, cesáreas, etc. “. 

Fue allí, que ocurrió un problema similar al experimentado anteriormente en España con la lengua azul, y fue la ocurrencia de un brote de SBV o enfermedad de Schmallenberg, la cual es abortiva y también se transmite por insectos.

En Irlanda residieron dos años y allí fue donde, con la presencia de sus padres, la pareja decidió formalizar su casamiento. Como Mauro ya había conseguido homologar su título en el Reino Unido, obtuvo un nuevo trabajo en las Islas del Canal de la Mancha (Channel Islands), en donde está la isla Jersey, por ejemplo, que, según Mauro “es un lugar paradisíaco y culturalmente muy interesante porque allí se produce la intersección entre Europa continental y el Reino Unido”. De hecho, cuenta, esas islas fueron francesas antes de la Guerra Mundial.  Allí trabajó temporariamente con caballos y con vacas, “esas vacas chiquitas que son las Jersey, fáciles de manejar debido a su menor tamaño. Habrá unas 2000 cabezas como mucho”. Pero luego la pareja volvió a desplazarse hacia la península sur del Reino Unido, en la localidad de Cornwall. “Es un estado en donde se habla una lengua celta. Ahí estuvimos 3 años trabajando en grupos veterinarios en donde atendía ganado de leche y caballos, sobre todo, y algo de ganado de cría también”, explica.

A esta altura de la conversación, ante tantos cambios laborales y de lugar de residencia, surge el comentario acerca de la capacidad de adaptación necesaria para poder afrontar el desafío de afrontar nuevos idiomas, costumbres y sistemas productivos.

- ¿Cómo ha sido la aceptación en aquellas latitudes de un profesional proveniente de la Argentina?

- Depende de las diferentes culturas. El irlandés es más parecido al latino: amigable, respetuoso y tal vez algo más “relajado”. El inglés, en cambio, es más formal, educado, no se va a meter mucho en tu vida privada. El irlandés escucha el acento latino y se interesa. El inglés es más distante y desconfiado. En Europa en general la profesión veterinaria es socialmente muy respetada. Es que allá, para poder estudiar veterinaria tenés que tener las más altas calificaciones en la secundaria, sobre todo en física, química y biología, lo mismo ocurre para medicina. El veterinario y el médico son reconocidos como personas muy “importantes”, con una “inteligencia” superior a la media.

- ¿Y qué ocurrió en Cornwall?

- Fueron 3 años de una experiencia genial. Allí hay mar por todos lados y una de mis pasiones justamente es el surf. Estaba feliz de la vida. Veía mucho rugby también y hay muy buena sidra y cerveza, aunque el clima no resulta tan benigno: llueve casi todos los días. Pero sobre todas las cosas ahí ocurrió un cambio fundamental en nuestras vidas: nació Sara, nuestra hija, que hoy tiene 7 años. Eso nos hizo replantear muchas cosas y entre ellas surgió la posibilidad de que yo haga un master en las Islas Canarias. Volver al desafío de los libros, ¿por qué no? Así fue que volvimos al sol, con nuestros ahorros, y Kathy, muy inquieta también, pronto consiguió trabajo de maestra en una escuela bilingüe. Es decir que a la mañana Kathy trabajaba y yo cuidaba a Sara, y a la tarde me iba a cursar el master y ella cuidaba a Sara. La maestría que cursé fue en Sanidad Animal y Tecnología de los Alimentos, orientado a la seguridad alimentaria.

- ¿Cuál fue la siguiente etapa a partir de entonces?

- Las islas Canarias son muy bonitas para ir de vacaciones o vivir un tiempo, ahí hay una mezcla de españoles y venezolanos. Fue muy buena experiencia durante ese año que duró. Yo ahí tenía poco trabajo, algo con caballos y ganado lechero, pero sobre todo sirvió para capacitarme.  Cada tanto iba a Reino Unido a efectuar trabajos a tiempo parcial, que por otro lado están bien remunerados.  Pero bueno, luego de un año nos volvimos a Escocia.

- ¿Qué actividad desarrollás en ese país?

-  Primero trabajé en una veterinaria y después, desde hace unos 4 años, me desempeño en otra. Vivimos en la actualidad en Aberdeenshire, a una media hora de la capital del condado (Aberdeen). Realizo tareas estrictamente clínicas, como asistencia de partos o cesáreas en ganado vacuno. La vaca de cría está encerrada durante 6 meses al año. También se realiza algo de engorde también e incluso hay cría de caballos, sobre todo para ocio.  La zona es agrícola-ganadera, se cultiva mucho cereal para la elaboración del whisky. Aberdeen es una ciudad tal vez algo más grande que Tandil. Pero en el pueblo en donde nosotros vivimos hay solamente unas 2000 personas. La veterinaria me queda a media hora y me muevo en unos 30 km a la redonda en las chacras que en promedio tienen unas 100 hectáreas. Allá, el que tiene más de 100 vacas de cría es grande. La veterinaria donde trabajo pertenece a un holding -CVS-, con todo lo positivo y negativo que tienen las grandes empresas, que posee unas 500 veterinarias en distintas localidades del Reino Unido y también en Irlanda, Holanda y Australia.


EVALUACIÓN

- Con la perspectiva de tu trayectoria de vida, ¿ Cómo ves ahora, a la distancia, la formación que obtuviste en la Argentina?

- En primer lugar, agradezco a la Argentina y a la UNICEN la formación que me dieron, la educación pública, que creo debería seguir así. Creo haber sido un privilegiado, por mi viejo y por haber estudiado en la Escuela Granja y en la FCV. Observo graduados de universidades top ten del mundo que no tienen la formación práctica que yo acá recibí. La residencia, por ejemplo, es algo muy valioso, el contacto diario con el tutor, las prácticas en el medio, etc. nos dan la posibilidad de saber hacer y eso te da una confianza y una experiencia práctica que no te lo dan otros lugares.

- ¿Qué diferencias observás en la formación de un profesional veterinario en Europa y en Argentina?

- Una diferencia que veo es que en otros países la medicina veterinaria prioriza el aspecto médico, mientras que acá se enfoca más hacia la producción. Esto puede deberse a que los sistemas productivos son diferentes, lo mismo ocurre con la situación económica y los tiempos. Es posible que acá un veterinario tenga que tratar a un caballo enfermo, en forma individual, pero raramente atenderá, siempre dentro del ámbito de los grandes animales, a una sola vaca enferma. Acá los rodeos son mucho más grandes y normalmente se va a considerar la salud general del rodeo, es raro que se vaya a tomar la temperatura a un animal. En Europa en cambio, eso es habitual. En esos países la visión de la producción la da el zootecnista, o el mismo productor ganadero, no el veterinario. Cuando trabajé en producción equina en Argentina me pude enfocar más en la temática de la reproducción, que es lo que más me gusta. En nuestro país, el veterinario de grandes animales que va con el estetoscopio, el oftalmoscopio y el termómetro, para revisar un animal que tenga algún síntoma es menos frecuente. Sí es algo normal en la medicina de pequeños animales y tal vez puede llegar a serlo en la producción equina, pero es raro en la producción bovina, salvo que sea un toro valioso de una cabaña o algo por el estilo.

- ¿Cuál es el costo de estudiar veterinaria en Europa? ¿Cómo funciona el sistema educativo?

- En España la carrera cuesta unos 8.000 euros al año, pero existen becas. En Reino Unido sale entre 9 y 10.000 libras al año. En Escocia es gratis para los escoceses, pero existe un cupo, a los extranjeros, en cambio, se les cobra. En general hay sistemas de becas y sino existen préstamos para pagar la universidad que se van devolviendo una vez que estás recibido.  Tengamos en cuenta que en el Reino Unido se registra una demanda de profesionales médicos y veterinarios mayor a la oferta. Esta escasez de profesionales hace que no sea complicado conseguir trabajo.  En España, en cambio, existen muchas facultades de veterinaria, la oferta y la demanda se encuentran equiparadas. La educación gratuita es buena, pero hay otros sistemas que también funcionan bien. Muchos estudiantes norteamericanos van a estudiar a Europa, por diferentes razones.

- ¿Qué recomendación le darías a un estudiante de veterinaria en nuestro país y a aquel que esté contemplando la posibilidad de emigrar al continente europeo?

- Que aproveche al máximo los aspectos prácticos de la formación que tenemos acá, algo que no existe en otros lugares. Y que disfrute estos años de la Facultad porque seguramente van a ser de los mejores años de su vida (se ríe). Quien esté pensando irse a trabajar a Europa, si bien hoy por hoy está un poco más complicado debido a las exigencias para la homologación del título, que esté muy abierto al cambio. Allá las cosas no son ni mejor ni peor, sino diferentes. A veces me preguntan cómo hice para vivir en tantos lugares y cambiar tanto, y respondo que eso lleva un trabajo de mucha paciencia, dedicación y prueba y error. Muchas veces me di contra la pared y muchas veces me pregunté que estaba haciendo allá. Pero finalmente las piezas del rompecabezas fueron encajando; muchas cosas no las busqué directamente, sino que se fueron dando…

- ¿Es conveniente ir a realizar un postgrado a Europa? ¿Qué importancia tiene la formación permanente?

- Siempre es más fácil hacer un estudio de postgrado que ir a realizar un trabajo clínico. Aunque no por eso se te homologa el título de grado. Hay que colegiarse de todos modos si uno quiere ejercer. Hacer un postgrado es algo muy bueno para quien pueda. Pero la educación continua es imprescindible, y además es algo que se exige en forma obligatoria: en muchos países hay que tener un mínimo de horas de cursos anuales para mantener la registración en el colegio que corresponda. Más allá de la obligatoriedad de los cursos, la capacitación continua es algo fundamental porque el conocimiento avanza permanentemente. Hay cursos presenciales, sobre todo para los aspectos prácticos y también virtuales y tutoriales. Además, se realizan congresos, jornadas, seminarios, discusiones abiertas, dadas por universidades o por los colegios, y foros en redes sociales.

- ¿Cómo se pueden realizar contactos laborales en aquellos países?

- En todos los países hay una colegiación de profesionales que generalmente son nacionales, no como acá que son provinciales. Y en esos colegios funciona una bolsa de trabajo que te permite aplicar, hacer contactos y en todo caso enviar el currículum.

OTRA ANÉCDOTA

  Novillos preñados

“En los primeros años de la Facultad teníamos la materia de Introducción a la Producción Animal, con Beto Iglesias. Eso es genial, aunque claro, los que ya sabían que iban a cursar la orientación en pequeños animales no querían levantarse temprano un sábado para ir a ver vacas. Yo lo disfrutaba, por más que ya conociera lo que íbamos a ver. No tengo que explicar cómo está un chico a esa edad un sábado a la mañana. Y ahí era cuando empezábamos a ver como se hacía el tacto para diagnóstico de preñez. Y teníamos un compañero, a quien no voy a nombrar, que siempre que metía la mano decía: preñada. Algunos empezaron a sospechar y entonces le pusieron un novillo. En el fragor de la tarea no se dio cuenta y lo dio por preñado también. Imaginate las risas y las cargadas que duraron 6 años. Decíamos que era tan buen veterinario que hasta sacaba preñados a los novillos”.


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